Mamá Ratita era buena y trabajadora. Sus hijos la querían con locura, al igual que su marido. Sin embargo, era un desastre de cocinera.
Sí, ¡qué raro el día que no rompiese un plato o que no se le quemase el guiso! Podía darse con un canto en los dientes las veces que se acordaba de echar sal a la comida.
- ¡Oh, no sirvo para nada! - se lamentaba ella, al ver a su marido, Don Ratón, entrar por la puerta. Éste se esforzaba por tranquilizarla, pero todo era inútil.
El inteligente Don Ratón llegó a una valiente decisión. Contrató a una cocinera y se llevó a su esposa a la oficina, convirtiéndola en su mecanógrafa. ¡Qué feliz idea!
Al cabo de pocos meses, Mamá Ratita era la mejor secretaria y mecanógrafa del mundo.
Amigos, el éxito en la vida consiste en saber situar cada cosa en su lugar y en ser capaces de reconocer las aptitudes que tenemos. Sólo así evitaremos mucho sufrimiento y frustración.
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