miércoles, 9 de mayo de 2012

Tom y Mizifú, detectives



Tom y Mizifú trabajaban como detectives en un mismo pueblo, pero ¡eran tan diferentes en su manera de hacer las cosas! 

Mientras el gato Mizifú atrapaba a los ladrones con actos violentos y les metía en la cárcel a mamporro limpio y sin dejarles hablar, el perro Tom detenía a los cacos con toda finura y, sin prisas, les preguntaba por qué robaban. 

Estos, casi siempre, lo hacían porque no tenían trabajo o porque su familia se moría de hambre. Entonces, Tom, muy comprensivo, les ayudaba con la condición de que no volviesen a reincidir en su delito.

Consecuencia: la cárcel de Mizifú estaba siempre llena de ladrones, a menudo los mismos que, una vez en libertad, volvían a robar y a ser apresados por el violento gato. En cambio, la cárcel de Tom estaba casi totalmente vacía y era raro el caco apresado por él que volvía a robar, olvidándose de su promesa.

¿Veis cómo la violencia y la terquedad no tienen ningún valor? Las cosas siempre ocurren por alguna causa, y si no curamos la causa, de nada sirve castigar los síntomas de la enfermedad. Sería algo así como dejar que alguien incendiase una casa para intervenir sólo cuando las llamas se hubiesen apoderado de ella.

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